JESUCRISTO CONTROVERSIAL (Tercera parte)


Por: Armando Malebranch Eraso D.

Veníamos diciendo en las dos primeras entregas de este artículo, que de Jesucristo, siendo el hombre más importante que ha pisado este planeta, nadie, aparte de los 4 evangelios, da razón de su existencia y de otros cuatro historiadores de la época que se refieren a él, pero no  como al sublime personaje Bíblico y terminábamos diciendo que el fundador del cristianismo, fue el emperador romano Constantino I, también conocido como Constantino el Grande, quien lo hizo por conveniencia, porque pensó que con una religión fortalecida por su aval, se le facilitaría  al imperio la dominación del pueblo, en ese orden de ideas vamos a continuar con la tercera y última entrega del artículo

¿Miremos cuáles son las bases del cristianismo?

Por un lado deberíamos hacer mención a la parte doctrinal, de lo cual no nos ocuparemos en el presente artículo y en segundo lugar a  la parte del personaje de Jesucristo

Hay tres escuelas filosóficas que pudieron haber sido fuente de inspiración a la doctrina cristiana, fueron ellas, el estoicismo, el cinismo y el ascetismo

Con respecto al personaje de Jesucristo, como les decía antes, fue una construcción inspirada en las historias de los diferentes Cristos que existieron en la Palestina subyugada por los romanos, entre los siglos 200 antes de nuestra era y el año 100 después, y adornada con mitologías antiguas, como la mitología del dios Horus o la del Dios Mitra

Si alguien se tomara la molestia de leer la leyenda del Dios Horus del antiguo Egipto, leyenda que data, según los historiadores, del año 3.000 antes de nuestra era se sorprendería al ver como se parece esta leyenda con la historia de Jesucristo, ahora pensar que la historia de Jesús inspiró al autor o autores de la leyenda del Dios Horus sería un error toda vez que la leyenda de Horus es mucho más antigua que la historia de Jesús.

Según la mitología egipcia, Horus es hijo del Dios Osiris y de la diosa Isis, conocida como  la gran diosa madre, Isis, primero fue terrenal y luego se convirtió en diosa del cielo; Horus fue un dios ampliamente venerado en todo el Egipto antiguo y en su honor se levantaron muchos templos.

A partir del Dios Horus empezaron a aparecer otros dioses, copiándose de esta leyenda los principales elementos, tales como:

Primero, nace  tres días después del solsticio de invierno del hemisferio norte,

Segundo, nace de una virgen,  que queda embarazada del mismo dios,

Tercero, muere y baja a los infiernos y a los tres días resucita, este trance de morir y bajar a los infiernos se debe a que así se comporta el sol,  el que en  el día del solsticio de invierno, del hemisferio norte y entre más al norte mejor,  prácticamente deja de alumbrar durante  los tres días siguientes, vuelve a aparecer al tercer día, o sea el 25 de diciembre de nuestro calendario,  día en que los romanos celebraban la fiesta del sol invictus,

Cuarto, es importante destacar que mientras está en la tierra, anda con doce discípulos,

Quinto, hace milagros como curar a los enfermos, revivir muertos, dar de comer a la muchedumbre a partir de unos pocos peces o panes o de panes y peces, y

Sexto, al finalizar su ministerio muere y resucita al tercer día, y en el caso de Horus, ascendió a los cielos y forma una trinidad llamada la tríada osiriaca: Osiris (dios de la resurrección), Isis (Diosa de la maternidad y del nacimiento), y Horus ("el elevado", Dios celeste).

Esta leyenda del Dios Horus, ha sido fuente de inspiración no solo para configurar muchos de los misterios de la cristología, sino también para crear  muchas de las  mitologías antiguas, como por ejemplo en la mitología persa la figura del Dios Mitra, cuya leyenda  aparece unos mil seis cientos años después de Horus y algo así como mil cuatrocientos antes de nuestra era, es asombroso el parecido de este Dios con la figura de Jesucristo.

En la  revista KINDSEIN en su número quince del 9.12.2006, trae un artículo que narra lo siguiente: «Mitra nació el veinticinco de diciembre en una cueva oscura, y los pastores fueron los primeros que lo encontraron y lo adoraron. Le llevaron como regalos oro y esencias. Su madre era una virgen, llamada madre de dios. Mitra era un lazo de unión entre Dios y la gente. Era un representante del Dios Ahura Mazda en la Tierra. Después de enseñar en la Tierra, Mitra ascendió a los cielos. Fue enviado por el Padre para que se cumplieran sus deseos en la Tierra, y su sacrificio tiene como finalidad la redención del género humano.»

Cualquier cristiano convencido diría que la historia de Mitra, es una copia de la historia de Jesucristo, pero lo sorprendente es, como se lee aquí mismo: Mitra es muchísimos años más antiguo, lo que sí podría ser es que la leyenda de Mitra es una copia de la leyenda del Dios Horus, aunque con algunas adaptaciones, a la época y al lugar.

Según Franz Cumont, en su estudio publicado a comienzos del siglo XX, «”el origen del mitraísmo se encuentra en el antiguo Irán. De hecho, Mitra es una divinidad indoirania cuyo origen puede remontarse hasta el segundo milenio antes de Cristo: su nombre es mencionado por primera vez en un tratado entre los hititas y los mitani, escrito hacia el mil cuatrocientos antes de Cristo”»

El mitraísmo se representa con una cruz dentro de en un círculo, que simboliza el Sol. Las cuatro esquinas de la cruz representan el año solar, además, Mitra nació en la noche más larga del año, el veinticuatro de diciembre, para amanecer el veinticinco de nuestro calendario, y por eso simbolizaba el nacimiento de la luz y la esperanza y la renovación de la naturaleza.

El mitraísmo fue durante mucho tiempo la religión oficial en Persia y también era la religión de los romanos. Y solo a finales del siglo tres, comenzó a decaer por la fuerte competencia del cristianismo, apoyado por  el emperador Constantino I El Grande, o sea que el cristianismo le robó adeptos al dios Mitra. Además, un hecho quizá clave en esta decaída del mitraísmo, pudo haber sido que  excluía a las mujeres,  en cambio, sí tenían derecho a participar en el cristianismo.

El cristianismo desplazó oficialmente al mitraísmo con el emperador Teodosio, en el siglo cuatro, hasta convertirse en la única religión oficial del Imperio romano, el mitraísmo se prohibió oficialmente en el año trescientos noventa y uno, aunque se mantuvo su práctica clandestina durante algún tiempo más.
Es más, miremos lo que se dice en la  revista anteriormente mencionada: «El transitus (viaje de Mitra con el toro sobre los hombros) es similar al Vía Crucis de Jesucristo según los Evangelios.

Los mitraístas creían en la resurrección, en la comunión con pan y vino, en el cielo y en el infierno. Mitra recibía los apelativos de: luz, buen pastor, verdad. El día sagrado del mitraísmo era el domingo.»

Entonces, en conclusión, mis apreciados amigos, Jesucristo, tal como nos lo han enseñado, nunca existió, fue un engaño de romanos para someter al pueblo.

¿Por qué las mitologías antiguas tenían que copiarse lo del Dios Horus?

Horus, a pesar de que existieron varios dioses Horus,  es considerado una de las divinidades más importantes del Egipto antiguo y  con mayor número de creyentes, sacerdotes y templos; por otra parte a Horus se lo asocia con el sol o bien como si él mismo fuera el sol o bien como si fuera su hijo, de ahí que se lo represente con cabeza de halcón, porque esta ave y en especial el halcón peregrino era considerado muy cercano al sol porque debido a su majestuoso vuelo pareciera que cada que uno lo ve, viniera del sol, por lo tanto Horus al tener cuerpo humano y cabeza de halcón, querría decir que es hijo del sol.

Ahora en cuanto al sol se refiere, para el humano primitivo, posiblemente, lo más sublime y lo que más se les pareció a su  idea de Dios debió ser el sol, eso tiene una explicación válida para esos tiempos, casi perdidos de la historia, y es que el Sol para ellos, era incomprensible, inalcanzable, dorado, hermoso, no se dejaba ver directamente precisamente por eso, porque era sublime, y a quien se atreviera a mirarlo directamente se le quemarían los ojos.

El sol salía todos los días a cuidar del género humano y a darle su luz y su calor; y lo más importante, aún, el hombre primitivo debió descubrir que sin el sol las plantas no vivirían, o sea el alimento no existiría sin él, y todos morirían; ellos sabían que en la noche el sol desaparecía, porque se retiraba a descansar, y por eso hace frío y los peligros asechan; claro que también habrán pensado: “Está la madre luna cuidándonos por si algo malo pasara”. En ese caso, posiblemente ella le contaría al sol, y él,  saldría todos los días a pelear por nosotros y espantaría las sombras y los peligros de la noche.

Es importante destacar que en todas la mitologías el nacimiento del hijo de Dios, se ubica un 25 de diciembre o mejor dicho tres días después del solsticio de invierno y como el solsticio ocurre el 21 o 22 de diciembre entonces tres días después del solsticio es perfecto, pero ¿eso por qué?

Demos una mirada a las verdades astrológicas de la Antigüedad, los habitantes del hemisferio norte, de aquellos remotos tiempos y  lo siguen viendo los de hoy en día y es evidente, que desde seis meses antes, o sea desde solsticio de verano o también conocido como el solsticio de junio el sol va reduciendo poco a poco su tamaño y cada vez calienta menos, hasta que en el solsticio de invierno, empieza a caer la nieve, y muchas plantas se mueren; hacia finales de diciembre, aproximadamente entre el veinte y el veintidós, el sol ya casi es invisible y es lo que se conoce como el paso del otoño al invierno, o solsticio de invierno y dura aproximadamente tres días así, los que eran tomados como la muerte del sol por los antiguos habitantes de esa parte del mundo y al cabo de tres días, o sea el 25 de diciembre el sol vuelve a aparecer.

En Europa, ante la llegada de los solsticios, desde tiempos prerromanos, se han realizado diversas celebraciones y rituales; en el solsticio de diciembre, en especial en las culturas romana y celta, se festejaba el regreso del sol y como a partir de esta fecha, los días empiezan a alargarse, esto se atribuía a un triunfo del sol sobre las tinieblas, que se celebraba con fogatas y se denominaba las fiestas del sol invictus, algo así como “el sol victorioso”, en otras culturas, tales como la celta, la sumeria y otras anteriores celebraban ya el solsticio de diciembre, y eran fiestas de guardar.

Este acontecimiento fue incluido en las fantasías de quienes crearon las historias de sus dioses, nacido el veinticinco de diciembre, que muere y resucita al tercer día, este acontecimiento, pudo haber sido la inspiración de quienes escribieron la leyenda del Dios Horus y de ahí en adelante en las demás mitologías.

La astronomía de hoy nos explica que la existencia de los solsticios está provocada por la inclinación del eje de la tierra sobre el plano de su órbita. La historia de Jesucristo tiene tantas cosas en común con la de Mitra, que se llegó a sospechar que el cristianismo era un derivado de la fe persa.

Han llegado hasta nosotros muy pocos documentos sobre el mitraísmo, así que lo que se sabe se ha extraído de las pinturas sagradas encontradas en los mitreos, que eran los templos donde se rendía culto al dios Mitra.

Otro dato curioso es que a la Virgen María, un ángel del señor le anunció que ella había sido la escogida para tener al niño Dios en su vientre y exactamente el mismo episodio se narra en la leyenda de Horus.

Otro dato no menos curioso de la bellísima historia de Jesús es que su nacimiento fue anunciado por la estrella de oriente y que guió a los tres reyes magos hasta el lugar del su nacimiento para adorarlo y llevarle unos obsequios.

Esto de los tres reyes tiene su explicación y cualquiera lo puede comprobar.

Si se observa el cielo el veinticuatro de diciembre en la noche, usted lo puede hacer, siempre y cuando sea una noche clara y verá, sin ayuda de aparatos, sino a simple vista,  una estrella muy brillante, y lo más interesante es que siempre aparece en el oriente, y siempre va acompañada de tres estrellas más, las que se conocen desde la antigüedad con el nombre de Los Tres Reyes Magos o también Las Tres Marías.

Lo más curioso y lo que, posiblemente, les pudo haber llamado más la atención a los antiguos astrólogos, e incluso a los actuales astrónomos, es que el alineamiento de estas cuatro estrellas apunta, exactamente, al sitio por donde al otro día saldría el sol.

Y como el sol era dios o, para otros, el hijo de dios, el creador de todo, la luz del mundo, el principio y el fin de todas las cosas, les fue fácil pensar que su nacimiento era anunciado por la estrella del oriente.

Eso tiene una lógica indiscutible, porque aparentemente es evidente, eso lo ve todo el mundo, y si uno no sabe nada de astronomía, la leyenda, aparte de hermosa, es creíble, y las gentes de ese entonces la debieron aceptar como verdad absoluta acerca del anuncio del nacimiento de su correspondiente Dios

Hoy en día la astronomía nos explica que dicha estrella es sirio o Sirius, también conocida como Alfa Canis Majoris, esta es una enana blanca, se la denomina así,  porque a pesar de tener el doble del tamaño de nuestro sol, es pequeñita en comparación con las gigantes conocidas, pues su radio es centenares de veces inferior al de la estrella Antares o al de la estrella Betelgeuse, y se encuentra a 8,6 años luz de distancia de nosotros, cosa que no la sabía nadie hace tres mil o cuatro mil años, más bien se imaginaban que las estrellas eran unas lucecitas pequeñitas que titilaban pegadas al cielo.

Ahora sabemos que se las ve pequeñitas por las enormes distancias que nos separan de ellas. La estrella que venimos mencionando, Sirio, es una de las más cercanas a nosotros, pero para tener una mediana idea de esa distancia, imaginémonos que viajamos hasta allá en una nave espacial a la velocidad con que las naves de la NASA o de Rusia viajan al cosmos, o mejor aún, viajando a una velocidad como la de la nave de la  misión “SMART-uno” de la ESA (European Space Agency) que se demoró en un viaje a la Luna nada más que trece horas luego de seguir una trayectoria en espiral desde la Tierra, lo que significa que si la luna dista de la tierra 384,4 mil kilómetros, esta nave viajó a aproximadamente 29,57 mil kilómetros por hora, algo así como treinta veces más veloz que un avión Airbus trescientos ochenta, nos demoraríamos, aproximadamente, trescientos catorce mil años en llegar pero como nadie vive todo ese tiempo, se requerirían más o menos veinte mil generaciones, lo que quiere decir que para ese viaje aún no estamos preparados.

Claro que esto no lo sabían ni se lo imaginaban nuestros antepasados, pero lo que sí veían es que se trataba de la estrella más brillante de las que se ven a simple vista, y estando en el hemisferio norte, se ve más grande aún.

Según lo anterior ¿pareciera que el cristianismo, también estuviera basado en un mito?

Exactamente, lo cierto es que si nos tomáramos  la molestia de consultar historiadores de la época en que, según la Biblia, vivió Jesús, encontraríamos que ninguno, salvo algunas excepciones, citadas por los propios cristianos, entre ellos   Josefo, Plinio el Joven, Sustenius y Tácito, hablan, pero muy vagamente de Cristo, mas no de Jesucristo. Óigase bien:

“hablan muy vagamente del personaje más importante del mundo”,

¿Es que serían torpes, o ese personaje nunca existió?, “y no mencionaban a Jesucristo sino a Cristo”, así a secas. Alguien dirá y ¿acaso no es lo mismo? No, porque Cristo no es un nombre, sino un título que significa 'el elegido', y solamente el historiador Flavio Josefo, que fue un judío romano, hizo una larga referencia de Jesucristo, pero que, para algunos historiadores, ya se ha comprobado que lo que dicen que escribió él, fue una falsificación elaborada por cristianos del siglo primero.

Cordialmente
Armando Malebranch Eraso D.


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