Otra vez Operación bandera falsa

(Tercera parte)

Por: Armando Malebranch Eraso D.



Porque se llegó a saber que el ataque japonés a Pearl Harbor fue provocado, y aun si no hubiera sido provocado, se sabía con antelación que iba a suceder. Lo de provocado no lo sabían muchos, lo que sí se supo con antelación, porque en muchos archivos existe la evidencia, es que el gobierno de los Estados Unidos estuvo enterado de que la Armada y la Fuerza Aérea japonesas habían estado realizando maniobras cerca de las islas de Hawái, que indicaban a las claras el ataque a la base militar de Pearl Harbor. Lo de provocado ha sido demostrado y publicado; desde hace mucho rato, hay historiadores que cuentan que existía un memorándum, exactamente del siete de octubre de mil novecientos cuarenta, o sea catorce meses antes del ataque, mediante el cual se proponía poner en práctica ocho provocaciones para conseguir que Japón atacase a los Estados Unidos. El oficial Arthur McCollum de la inteligencia naval en Washington fue el encargado de presentarle al presidente ese famoso memorándum, pero yo quiero advertir que, para muchos analistas de derecha,  no se ha probado que Roosevelt o su gabinete conocieran ese documento ni que estuvieran al tanto de los argumentos que contenía y agregan que ningún historiador reputado acepta esta teoría, si bien ha sido repetidamente promovida en los medios. Dichas provocaciones  eran, entre otras, si la memoria no me falla: primero, amenazar a Japón, colocando una base militar cerca de ellos, y fue así que en 1.940 se ordenó a la flota del Pacífico trasladar su base de la costa Oeste, en California, a Hawái, exactamente a Pearl Harbor. Segundo, en junio de 1.941 se propuso que "se puede desarrollar el embargo de petróleo a Japón como la única vía efectiva para que entre en guerra”. Tercero, en julio de 1.941, los Estados Unidos congelaron todos los bienes japoneses en su territorio, y fueron seguidos por los británicos y por los holandeses; y sucedió lo que tenía que suceder,  Japón acabó haciendo lo que se quería y declaró la guerra. Por otra parte, es bueno saber que Alemania no quería entrar en guerra con los Estados Unidos, y mucho menos lo querían los mismos americanos. Las evidencias de que el gobierno norteamericano y los más altos dignatarios del Ejército sabían con antelación que el ataque que ellos mismos habían provocado iba a producirse son numerosas. En febrero de 1.941, el Presidente, a petición de Averell Harriman, banquero de Brown Brothers Harriman, propuso sacrificar seis cruceros y dos portaviones en Manila para poder entrar en guerra. Aunque para muchos pro-norteamericanos es increíble que la razón de la entrada de los Estados Unidos a la guerra haya sido motivada por presiones del gran capital y prefieren inclinarse a creer que hubo varias razones, siendo una de ellas que Alemania empezó a atacar los barcos de suministros de los Estados Unidos, que iban con destino a Inglaterra y mantienen la teoría que los Estados Unidos eran neutrales, pero que por el hecho de que los EEUU enviaran ayuda militar a Gran Bretaña fue tomado por Alemania como un acto de hostilidad. Se suponía que los Estados Unidos eran un país neutral, pero de hecho no lo era, porque por medio de la ley de préstamo y arriendo ayudaban a los británicos con armas, materias primas y buques US Navy que supuestamente eran para escoltar los cargamentos llevados a Inglaterra, a sabiendas de que los ingleses estaban en guerra contra los alemanes, y eso por supuesto constituía provocación, y no solamente por única vez sino de modo continuo. A pesar de ello, los submarinos alemanes no atacaron a los buques norteamericanos, y cuando de pronto se presentaron algunos incidentes, estos no fueron considerados suficiente razón para que el Congreso y sobre todo el pueblo norteamericano aprobaran una declaración de guerra, y lo mismo consideraron los alemanes.

El gobierno norteamericano ha dicho y lo sostiene que, la razón  por la que los Estados Unidos entraron en la guerra, fue la invasión de Japón a China, y agregan, recordemos que hacia el año cuarenta y uno Japón tenía bajo su dominio una gran parte del norte de China, los japoneses cometieron brutales tratos contra la población china, y los EEUU estaban en contra de eso, qué descaro, sostener que defienden al pueblo, como lo hicieron con el pueblo iraquí, como lo hicieron con el pueblo libio, como lo están haciendo con el pueblo sirio, como lo están haciendo con el pueblo venezolano, al que lo tienen aguantando hambre, pero está bien aceptemos, su preocupación por lo derechos humanos, pero a lo que voy es  que se sabía con antelación que la base iba a ser atacada y eso es innegable y esto lo sostengo porque en los archivos japoneses aparece, entre otros, un mensaje que fue conocido por la Inteligencia norteamericana y que decía: "No se han observado cambios. No parece que hayan sido alertados". Además, la mañana del seis de diciembre el mensaje fue: "No hay globos de bloqueo en el cielo, y es una oportunidad para el ataque", eso no necesariamente podría ser captado —dicen los amigos pronorteamericanos, a los que me referí de ahora en adelante como los de la caja de Trump — como advertencia de que Pearl Harbor iba a ser atacado. Bueno, aceptemos, pero hay algo más  y para ser más preciso, un agente de la Liga del Pueblo Chino-Coreana informó a un reportero de la CBS que los Servicios Secretos Coreanos tenían pruebas de que Japón iba a atacar Pearl Harbor antes de Navidad y que conocían los planes de guerra. Lo chocante de todo esto, es que aún con estas pruebas, los de la caja de Trump alegan diciendo, que este detalle tampoco prueba que el gobierno norteamericano estuviera enterado, porque podría alegarse que la CBC recibió la noticia, pero no la hizo conocer de los agentes del gobierno norteamericano, aceptemos esto, pero recordemos que había un sistema de estaciones internacionales de intercepción de mensajes en todo el océano Pacífico, así que sería increíble que el gobierno gringo no lo supiera. Además en octubre, o sea tres meses antes del ataque, un mensaje enviado desde la Inteligencia Naval Japonesa al Cónsul General de Japón en Honolulú preguntaba sobre la localización de los barcos anclados en Pearl Harbor. ¿No te suena que esa es una pregunta que a nadie le importa, a no ser que se tenga planeado atacar? Y aunque muchos alegan que tampoco es prueba suficiente, tengo algo más, en el mes de octubre inmediatamente anterior al ataque, un agente coreano, de nombre Kilsoo Haan, le informó al senador de los Estados Unidos, señor Guy Gillette, que los japoneses planeaban atacar Pearl Harbor en diciembre o a más tardar en enero. ¿Qué se supone que hace un senador con una información como esa?, recordemos que todo senador puede entrar al despacho del presidente y hablar directamente con él, ¿o no es así? Esto último, aparece en  los alegatos y las confesiones, destacadas  en los archivos desclasificados. Y si alguien lo duda, puede buscar en la Internet y lo encontrará; por ejemplo, puedes ver la confesión del propio director de la CIA, Allen Dulles, quien confesó diez años más tarde que a mediados de noviembre, ya sabían que la flota japonesa había zarpado de la bahía de Tokio e iba a atacar Pearl Harbor. Y el colmo de la ignominia estadounidense y está probado es que se prohibió que avisaran a las guarniciones norteamericanas asentadas en Pearl Harbor.  ¿Por qué?, ¿y para qué?, pues para que cuando el ataque se diera, el personal estuviera relajado, desprevenido, y así aumentara la indignación del pueblo norteamericano y del mundo entero, a quienes se quería convencer de que fue un ataque aleve del  Japón, como se dice vulgarmente, se quería hacer aparecer como un ataque a mansalva. Y es más: el capitán Kirk, jefe de la Inteligencia Naval fue reemplazado por insistir en que había que advertirles a los altos mandos de las Islas Hawaianas.Los Estados Unidos estaban tan interesados en probar su poderío militar y de una vez convertirse en los amos del mundo, utilizando las primeras bombas atómicas de la historia,  y a pesar que el príncipe Konoye, primer ministro del Japón, presentó, en Moscú, una propuesta de rendición,  meses antes de que se tiraran las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, con la excusa de acabar una guerra que ya estaba acabada. ¿Y qué pasó? Que en octubre el Presidente dizque humilló severamente al embajador de Japón y se negó a reunirse con el Príncipe de la Paz; bueno, no sé si esta parte será verdad o calumnias de los enemigos de los gringos. Y hay otro dato más, en octubre, el espía soviético Richard Sorge informó a sus superiores los planes que Japón tenía para Pearl Harbor y que irían a ser ejecutados en diciembre de ese año, y se supone que el gobierno soviético le informaría al presidente norteamericano, al fin y al cabo eran aliados en la guerra. Así  que, son muchas las pruebas que apuntan a que eso de Pearl Harbor fue nada más ni nada menos que una operación de bandera falsa.Y además de estar comprobado que se trató de una operación de bandera falsa, fue diseñada con la máxima crueldad posible en contra de sus propios soldados y pertrechos militares, a fin de lograr convencer al Congreso, y sobre todo al pueblo norteamericano, de que era necesario entrar en la guerra. He aquí esta perlita que también me encontré en la Internet: el almirante Husband E. Kimmel, comandante en jefe de la Flota de los Estados Unidos y de la Flota del Pacífico desde febrero de 1941, fue un almirante de cuatro estrellas en la Armada del mencionado país del norte, pero fue degradado y destituido del cargo después del ataque a Pearl Harbor, porque él dos semanas antes del ataque había querido oponer alguna resistencia enviando cien barcos donde debían pasar los japoneses, si el ataque se hacía en realidad, pero desde la Casa Blanca le dijeron que con eso estaba complicando la situación, y entonces él dio la contraorden de que los barcos regresaran. En investigaciones posteriores se comprobó que el Departamento de Guerra se defendió afirmando que no había alertado a los comandantes en Hawái porque los analistas no creían que los japoneses pudieran tener la osadía de atacar a los Estados Unidos, pero qué carajo, al almirante ya lo habían destituido y degradado, cuando era inocente. Hay historiadores muy serios, que dicen que el seis de diciembre todas las patrullas de largo alcance hechas por aviones PBY4 Privateer y por PBY5 Catalina desde las Aleutianas fueron detenidas para prevenir que avistasen a la flota japonesa que se acercaba. De ahí que los comandantes de la base, Husband E. Kimmel y general Walter Short, fueron tomados totalmente por sorpresa, y se convirtieron en las cabezas de turco del desastre, aunque el error era del Departamento de Guerra de Washington, que desde agosto de 1940 era capaz de descifrar el código diplomático, hecho que les había dado un gran aviso de la inminencia del ataque, si bien no su fecha exacta. Debo dejar en claro que, el coronel Henry Clausen publicó un libro en mil novecientos noventa y dos en el que perpetúa el mito de que el Presidente no tenía conocimiento del ataque, y eso es bueno mencionarlo, como para colaborarle a a los de la caja de Trump en su defensa del gobierno gringo. Pero es bueno anotar  que la señora Eleanor Roosevelt, esposa del presidente, alguna vez dijo, en This I Remember, página 233, que cuando recibió la noticia, su marido "estaba de cualquier forma completamente sereno", y como podemos suponer, estaba sereno porque ya lo sabía, y no creo que el coronel Henry Clausen estuviera más enterado de lo que sabía o no el Presidente, que quien compartía sus sábanas.Claro está que los japoneses tampoco es que hayan sido unas hermanitas de la caridad, entre ellos había belicistas y pacifistas, los partidarios de la guerra reemplazaron en octubre al comandante Konoye, por ser moderado, y dijeron que debían iniciar la guerra a más tardar en diciembre de mil novecientos cuarenta y uno, lo que les permitiría apoderarse de los campos petrolíferos y de otras materias primas como el caucho, el estaño y la bauxita en las islas. Y además Yamamoto, almirante y comandante en jefe de la Flota Combinada de la Armada Imperial Japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, envió por radió la siguiente orden JN- 25: "La Fuerza, manteniendo sus movimientos estrictamente en secreto y manteniéndose cerca de los submarinos y de los aviones, podrá avanzar hasta aguas hawaianas y pronto abrir las hostilidades al atacar la flota principal de los Estados Unidos en Hawái y propinarle un golpe mortal. El ataque está planeado para el amanecer del día X (la fecha exacta se dará en la próxima orden). Podría ser que las negociaciones con USA fueran exitosas, así que la Fuerza estará lista para volverse a Japón. La Fuerza saldrá de Hitokappu Wan en la mañana del veintiséis de noviembre y avanzará para colocarse en posición de ataque el cuatro de diciembre, donde rápidamente se reaprovisionarán".Así es, mis queridos amigos, el desastre sucedió, no sabemos si como estuvo planeado o peor, porque ese siete de diciembre de mil novecientos cuarenta y uno, trescientos cincuenta y tres aviones de guerra japoneses atacaron. Cuando faltaban unos diez minutos para las ocho de la mañana, mientras los soldados norteamericanos y el personal civil se alistaban para el descanso dominical o para asistir a sus oficios religiosos, recibieron una ráfaga de bombas que no se esperaban, en la que murieron 2.043 estadounidenses y 1.178 quedaron heridos. Una hora antes un submarino japonés había sido atacado por un destructor norteamericano, y eso porque el comandante del ejército holandés de las Indias Orientales alertó al Departamento de Guerra de los Estados Unidos. Los japoneses registraron sesenta y cinco bajas entre muertos y heridos, y un marinero japonés fue capturado vivo. Los demás sucesos de ese fatídico día ya todos lo sabemos, y los historiadores y las miles de películas nos lo han contado: que el bombardeo japonés sobre la base norteamericana duró dos horas y veinte minutos, y que el ataque japonés hundió o dañó tres cruceros, tres destructores, un buque escuela y un minador, y que dieciocho barcos y setenta y siete aviones norteamericanos fueron destruidos; pero lo que no nos habían contado es que este crimen de guerra fue orquestado por los mismos norteamericanos, y cuando le informaron esto al presidente Roosevelt, en vez de sorprenderse y preocuparse, reaccionó como si nada, más bien como si le hubieran quitado un peso de encima, lo que realmente le preocupaba era que el pueblo norteamericano y el Congreso le aprobaran la declaración de guerraDicen algunos historiadores que un día antes del día del ataque, o sea el seis de diciembre a las nueve y media de la mañana, el presidente leyó las primeras trece partes de una declaración diplomática japonesa y en la cena dijo a sus invitados "La guerra comienza mañana". Dizque estaban presentes: Hopkins, asesor del Presidente, Henry L. Stimson, el general Marshall, el secretario de Marina Knox, con sus ayudantes, John McCrea y Frank Beatty. Luego tranquilamente se sentaron a comer esperando el ataque japonés a Pearl Harbor. Entonces, siendo así, la noticia del ataque japonés qué los iba a perturbar y fue así como los gringos entraron al baile, y su primera victoria la obtuvieron en la batalla de Midway en mil novecientos cuarenta y dos, derrotando a la Armada japonesa. Y el interés gringo no estaba solo en castigar al Japón, también al África, enviaron un contingente en mil novecientos cuarenta y tres soldados, específicamente a Egipto, donde se enfrentaron y derrotaron a los alemanes en la Batalla de El Alamein, también participaron en el desembarco de Normandía en Francia, y conjuntamente con el resto de soldados de los países aliados, se enfrentaron y derrotaron a los alemanes, logrando liberar la ciudad de París. Y lo que más, creo yo, les interesaba a los Estados Unidos era demostrarle al mundo su poderío militar y se lo estaba aguando, hasta que por fin se les dio la oportunidad en 1.945, dado que los japoneses nada que se rendían y le pusieron así punto final a la guerra lanzando dos bombas atómicas, la primera en la ciudad japonesa de Hiroshima, y la segunda sobre otra ciudad japonesa, Nagasaki, dejando la destrucción humana y del medio ambiente, más horrible de lo que el más criminal de los criminales se pudiera imaginar, debido a la radioactividad nuclear emanada por la explosión de las bombas, que no solo mataron a cientos de miles de personas civiles, o sea no combatientes, sino que sus repercusiones perduran hasta hoy y quién sabe hasta cuánto tiempo más en el futuro. En Hiroshima, vivían unas trescientas cincuenta mil personas. Se calcula que la bomba que cayó el 6 de agosto de 1.945, mató a unas 80.000 personas. Casi el ochenta por ciento de las construcciones, entre edificios, casas de familia, etcétera, fueron destruidos o quedaron gravemente dañados. En Nagasaki, la explosión nuclear ocurrió el 9  de agosto del mismo año, vivían en la ciudad doscientas sesenta y tres mil personas, y en menos de un segundo, el norte de la ciudad quedó destruido, y se calcula que entre 39.000 y 80.000  personas murieron. ¿Y ese desastre lo autorizó el presidente Roosevelt?  —No, señor, él lo preparó, el que dio la orden fue su sucesor, el presidente Harry S. Truman. A la pregunta de si  ¿ese lanzamiento se justificaba? Yo creo que no, pero el presidente Truman lo justificó tres días después en un mensaje transmitido el día del lanzamiento de una segunda bomba diciendo: “La usamos para acortar la agonía de la guerra, para salvar las vidas de miles y miles de jóvenes estadounidenses".  Hay muchos analistas que piensan que eso fue un crimen de guerra, porque no discriminó civiles, niños, ancianos, ni enfermos, quizá querían emular a Dios en el Diluvio universal, que tampoco discriminó, sino que arrasó hasta con el nido de la perra. Y el colmo del cinismo,  claro que también copiado de Dios, cuando en Éxodo nos cuentan que el Faraón no se rendía ante las plagas porque el propio Dios endurecía el corazón del Faraón para no dejara en libertad a los israelitas, fue que el presidente declaró: "Los japoneses empezaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto ese golpe multiplicado". Y vaya uno a atreverse a decir que la bomba fue detonada para justificar los miles de millones de dólares invertidos en el proyecto Manhattan o para permitir su perfeccionamiento.


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