Yo si creo que dios creó al hombre
YO SÍ CREO QUE DIOS NOS CREO
(Primera parte)
Por: Armando Malebranch Eraso D.
Según mis investigaciones en estos
últimos 10 años, yo sí creo que Dios nos creó, pero no como nos han dicho que hizo un muñeco
de barro y que lo sopló para infundirle la vida, esas es una de las grandes mentirotas
que nos metió el príncipe Moisés, cuyo verdadero nombre era Turth-Moses hijo
primogénito del faraón Amenhotep III, este príncipe para que lo sepan es el
embustero más auténtico que ha existido, a quien hasta ahora, 3.250 años
después, le seguimos comiendo cuento. Este individuo como buen príncipe de la
todopoderosa nación egipcia, de aquella época (hace 4.000 años) llena de riqueza,
sabiduría y esplendor, como decir los Estados Unidos de hoy, era un hombre muy
preparado, avispado o abeja como dicen los muchachos, que se convirtió en amo,
legislador y juez de los judíos, a punta de cuentos y plagios de otras leyendas
de su época o anteriores.
Ustedes dirán y cómo si era un
príncipe del país más poderoso del mundo, quería ser amo, legislador y juez de
los judíos, unos humildes, errantes e ignorantes pastores del desierto,
contraproducente ¿verdad?, pero resulta que este príncipe, además de ilustrado,
tenía una sólida formación militar y era un carismático caudillo y fue
encargado por su padre, para dirigir a 80 mil esclavos que trabajan la piedra,
en las canteras al oriente del río, que ahora mismo se llama el Río Nilo, en
esa misión, Turth-Moses, adquirió la lepra, enfermedad, temida y repudiada por
todo el mundo, incluso hasta nuestros días; este hecho hizo que el faraón
dictara una ley despojando a su hijo del trono y a cambio subiría a tan alto
cargo su hijo menor, esto enfureció
tanto a nuestro príncipe que se reveló contra la corte imperial del todo
poderoso Egipto y con su ejército de 80 mil leprosos, se levantó en armas y
derrotó a las huestes del Faraón, quien huyó a Nubia, con sus familia y sus más
cercanos servidores y lacayos, al respecto el historiador Flavio Josefo[1]
escribió lo siguiente: «el Faraón es
conducido fuera del país, y el leproso-ejército, en alianza con los hicsos,
pretenden devastar Egipto, cometiendo muchos sacrilegios contra los dioses, lo
que causó que tanto hicsos como leprosos fueran expulsados de Egipto». Josefo
agrega que «Osarseph, (nombre que como sacerdote, también tenía el príncipe Turth-Moses)[2] invitó a los hicsos de nuevo en Egipto, y
junto con sus nuevos aliados condujo a Amenofis y su hijo Ramsés al exilio en
Nubia y estableció él, un reinado de trece años de opresión religiosa: las
ciudades y los templos fueron devastados, las imágenes de los dioses fueron
destruidas, los santuarios se
convirtieron en las cocinas, hasta que, finalmente, Amenofis y Ramsés volvieron
a expulsar a los leprosos y a los hicsos y restauraron la antigua religión
egipcia».
De este señor Moisés, voy a escribir
en un próximo artículo, pero por ahora me centraré a explicar cómo fue la
creación del hombre, según las investigaciones que vengo realizando desde 2010,
y sobre lo cual estoy escribiendo un libro, el que, por ahora, le tengo como
título: “La extraña evolución humana”,
el público sabe, por las enseñanzas escolares que el hombre proviene del mono,
y esto no lo cree nadie, porque está mal explicado y por eso, alguna vez el
pastorcito de una iglesia cristina se burlaba diciendo que eso es una estupidez,
porque los monos tienen como hijos es a monitos y nunca, que se sepa han tenido
niños, eso es apenas lógico.
Lo que pasó es que hace
aproximadamente unos 20 o quizá 25 millones de años, ocurrió en la parte
nororiental de lo que ahora se conoce como el continente africano, un
cataclismo volcánico de grandes
proporciones que duró muchos miles de años
hasta que se formó el gran valle del Rift, para entender mejor esta
parte, vamos a tener a la mano un mapa del mundo o una esfera mapamundi y en él
vamos a localizar África, luego ubiquemos en su parte nororiental el cuerno de
Somalia, bueno, pues resulta que el cataclismo volcánico, acaecido, como ya
dije antes, hace aproximadamente entre 20 y 25
millones de años abrió una enorme brecha de norte a sur, desde Yibuti al
oeste de Somalia hasta Mozambique al
sur, en un tramo de aproximadamente 4,830 kilómetros, separando a los actuales
territorios de Somalia, Etiopía, Kenia, Tanzania y Mozambique del resto del
continente africano, esta enorme brecha recibe el nombre del Gran Valle del Rift, antes del cataclismo,
era una zona exuberante, donde había tanto sabanas como enormes extensiones de
bosque, en la zona boscosa compartían la vida, entre otros, los grandes simios
emparentados unos con otros, pero al presentarse el mencionado fenómeno
natural, los territorios que quedaron al oriente prácticamente siguieron
procesos de vida diferentes a los que quedaron al occidente; debido a que con
la formación del gran valle, las elevaciones montañosas que surgieron en su
extremo occidental, se constituyeron en una barrera para la circulación de la
nubes que venían desde el Atlántico, convirtiendo a la zona oriental del Rift, en un área casi seca o mejor dicho de menos intensidad
de lluvias, los grandes simios que quedaron atrapados en esta parte, les tocó
adaptarse a unas condiciones naturales diferentes a las de sus parientes de la
parte occidental del continente y no se podían juntar porque los grandes ríos y
enormes cañones lo impedían, entonces los simios occidentales que prácticamente
quedaron disfrutando del mismo territorio que tenían antes de la catástrofe,
con enormes árboles y la misma vegetación, siguieron el curso normal de la
evolución hasta convertirse en los actuales
gorilas, chimpancés y bonobos, en cambio los simios del oriente al
quedar en territorios mucho más secos y con una disminución de árboles que eran
sus viviendas, se vieron abocados a la muerte o a adaptarse a las nuevas
condiciones impuestas por la naturaleza, ahora como es de suponerlo la
disminución de los árboles no sucedió de inmediato, pero después de unos
cuantos cientos de miles de años ya se notó la escases y los simios que fueron
capaces de supervivir a la tragedia, tuvieron que guerrearse entre ellos, hasta
matarse, para aprovechar los pocos árboles que iban quedando, hasta que
finalmente tuvieron que aventurarse a bajar del árbol y a andar en la pradera, sitio desconocido y muy agresivo
para quienes estaban acostumbrados a la
seguridad de los enormes troncos, porque, en primer lugar caminar en cuatro
patas entre la alta vegetación, no les permitía saber por dónde andaban y eran fáciles presas de las fieras,
por lo que les tocó empezar a pararse en sus patas traseras y de tanto hacerlo
sus descendientes ya vinieron con la habilidad de caminar erguidos y por lo
tanto dejó de ser mono o simio y ya era otra especie nueva, el simio había
desaparecido de esta parte nororiental africana, esta nueva especie, fue
bautizada como Orrorin tugenensis,
denominación dada por la comunidad antropológica. El tomar la decisión de bajar
del árbol, posiblemente no fue para, simplemente, cambiar de vivienda, sino para
buscar nuevos árboles y quizá sí los encontraban pero luego de recorrer grandes
distancias, o sea que durante algún tiempo debieron deambular por la peligrosa
pradera,
El descenso, del simio del árbol,
trajo cambios claves en su evolución, el primero fue la bipedestación, o sea
caminar erguido en las dos extremidades inferiores, lo que a su vez produjo
transformaciones anatómicas extraordinarias en él, tales como modificación de
la cadera, las rodillas, la ubicación de los ojos en el cráneo para poder ver
de frente, lo que a su vez exigió que el hueso etmoides ubicado al interior del
cráneo se curvara de tal forma que elevara la cara, como debe ser para ver
hacia adelante y arriba, pero lo más sorprendente fue que al curvarse el hueso
etmoides y levantar la cara, entonces la parte trasera del cráneo adquirió más
espacio, como para albergar un cerebro de mayor tamaño.
Al respecto de las modificaciones sufridas
por el hueso etmoides, hay antropólogos que sostienen, que la teoría del
descenso del árbol, como consecuencia de la formación del Gran Valle del Rift,
no tiene nada que ver con la evolución humana y que eso está mandado a recoger,
que lo que si produjo cambios fundamentales fue precisamente las modificaciones
del etmoides, que han sucedido cinco veces como resultado de mutaciones
genéticas espontáneas, algo no probado completamente, me refiero a las
mutaciones espontáneas, siendo más creíble, que el etmoides, si sufrió
mutaciones, pero no espontáneas, sino por necesidad, como quedó explicado
líneas arriba.
De lo anotado hasta ahora, lo importante a
destacar es que nuestro antepasado el
simio Orrorin, fue un extraordinario luchador por la vida y que a pesar
del desastre sufrido por muchos de sus parientes, al tratar de conquistar
nuevos territorios boscosos y atreverse a sobrevivir en los peligros de la
sabana del nororiente africano y a vencer las condiciones climáticas adversas,
de esta región, se mantuvo, debido a su transformación de cuadrúpedo a bípedo,
así le haya costado muchos millones de años en lograrlo y tal parece que en los
genes de los nuevos individuos ya estaba la capacidad de soportar la adversidad
y fue así como aparecieron los Australopitecos, considerados por los expertos
como los primeros pre-humanos.
Ya para finalizar, muchos se preguntarán y ¿en
todo esto dónde está la mano de Dios?, la mano de Dios estuvo en la formación
del Valle del Rift, o sea en producir el gran cataclismo, que dividió al
África, que es distinto a decir que estuvo en hacer un muñeco de barro al que
con un soplo le infundió la vida, cuento que el niño pastorcito de aquella iglesia
cristina, también y con mayor razón, debería burlarse.
Muy pronto les contaré de la aparición
de mi libro “La extraña evolución humana”
Muchas gracias, hasta pronto
[1] Historiador
judío. Nacido en Jerusalén, en el año 37 de nuestra era y fallecido en Roma, en
el año 100. Fue descendiente de una
antigua familia de sacerdotes. Perteneció al partido de los Fariseos.
[2] El
paréntesis es mío
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